De latidos inseguros a una sonrisa compartida

Se recoge aquí el último post escrito conjuntamente con Maraka y Apitropik para Arantzazulab. El objetivo de estos Post es recoger los aprendizajes que nos ha dado el proyecto G2030, que fue uno de los ganadores del concurso del ecosistema de cocreación de Arantzazulab.

Amenudo cuando se acaba un proyecto nos quedamos pensando en los resultados tangibles conseguidos. En nuestro caso, miramos con satisfacción este año de trabajo con las 2 misiones definidas por el Ayuntamiento de Galdakao y las 5 ideas co-creadas con la ciudadanía. Nuestra mente racional nos dice: “esta bien equipo, habéis cumplido” y daríamos por acabado el proyecto.

De hecho, si tuviéramos una lista de “to-do’s” estaría casi en el momento de hacer “check” a la línea “resultados conseguidos” y cerraríamos satisfechos nuestra colaboración.

¿Pero realmente es tan simple y directo? Creemos que no, que hay otros resultados fuera de la lista convencional/racional a los cuales no damos tanta importancia pero que son imprescindibles porque afectan directamente a los latidos de nuestro proyecto.

Pongamos un ejemplo de lo que estamos mencionando: en el primer post que escribimos sobre este proyecto mencionamos la dificultad de impregnar la naturaleza de un proceso de estas características en el ámbito técnico – político del ayuntamiento. Más aún, señalamos que antes de “ir a definir las misiones necesitábamos generar pequeñas transformaciones personales que permitan la permeabilidad al cambio, la apertura a lo experimental…”. Sin embargo, nos hemos dado cuenta que el propio proceso ha permitido la generación de esas pequeñas transformaciones personales. Que la situación ha cambiado. Parecía que el proceso necesitaba unas condiciones previas para su éxito, y resulta que es el propio proceso el que ha generado esas condiciones.

Este es un ejemplo entre otros que hemos observado a lo largo del proceso, y al detener un momento la mirada, nos damos cuenta de que aquí está otro verdadero logro, al que queremos elogiar con este post:

No se puede definir en una única palabra, si fuese un dibujo podría ser un camino o varios caminos,… se trata del proceso de transformación de cada personaEl camino o caminos por los que, conscientemente o inconscientemente, cada persona ha tenido que pasar para llegar hasta aquí en este proyecto. Diríamos que podríamos hablar de proceso, de la transformación que el proceso genera más allá de los resultados tangibles.

Qué difícil es reflexionar sobre algo tan intangible, imprevisible, tan emocional, actitudinal y personal. Pertenece a cada paseante y nosotras como facilitadoras/diseñadoras no tenemos el control. Lo personal, y el posicionamiento que cada persona va buscando y elige tener hacia el proyecto, es su decisión y afecta al proyecto y a las personas que lo componen. Este posicionamiento no está fijo, va cambiando a lo largo del proceso, marca diferencias y permite pasar del yo al nosotros y nosotras y vice-versa.

Sería un poco raro empezar un proyecto explicando que vamos a ir caminando juntas y que va a haber momentos en los cuales nos vamos a detener, solas o en grupo, donde vamos a querer ir por caminos distintos, donde daremos pasos atrás para seguir avanzando, donde nos perderemos y nos reencontraremos o no….. y que todo esto es parte de un crecimiento en comunidad y de la belleza de los proyectos.

Para ello, desde el “yo” es necesario encontrar el sentido, el “para qué estoy aquí”, decidir  la distancia adecuada entre el yo y el proyecto (preguntándonos sobre nuestro nivel de implicación, sobre los límites y campos de actuación), abrir los brazos (estar en una postura de dar y de recibir), estar dispuesta a aventurarse sin saber muy bien hacia dónde y estar dispuesta a encontrar algo nuevo (encontrarse a sí mismo, encontrar la otra persona, encontrarnos como grupo).

En resumen, podríamos decir que ser partícipe o participante empieza con un acto de fe, una confianza ciega, pero realmente se activa en algún momento por un “click ” de nuestras mentes que nos lleva a transformarnos, a crecer de nuestros aprendizajes, transformar nuestra mirada y cambiar nuestra relación con el proyecto, con las demás personas y con nosotras mismas. No todo el mundo llega a este “click” pero es nuestro rol el de intentar conectarles con ello, con este Poder que tienen los proyectos participativos y en particular el de G2030.

Hoy queremos brindar en homenaje a las personas del proyecto que en algún momento han decidido cambiar su mirada, nos han dado otra oportunidad, a las que han sido honestas, a las que han confiado y se dejaron llevar, a las que no han confiando pero que nos dejaron un espacio de escucha, a las que han dejado espacio para su Yo enriqueciendo así la diversidad del grupo, a las que llegaron tarde, las que han estado siempre, a las que empezaron y no siguieron, a las que se bloquearon y desbloquearon (porque los bloqueos siempre se pueden desbloquear), a las que lo vieron diferente, a lo diferente, a las personas que invitaron a otras, a las que siempre trajeron una sonrisa y una actitud positiva, a las que supieron crear un vinculo entre un asiento de playmobil y la soledad no deseada de su barrio, a las empáticas, a las entregadas, a las tímidas, a las expertas, a las jóvenes, mayores, inmigrantes, funcionarias, madres o tías, jubiladas, militantes, a todas las personas con quien hemos aprendido tanto… gracias a todas ellas se ha generado algo más alla que un proyecto de 5 ideas, se ha generado una relación con un poder transformador que hace que si o si, el Galdakao de mañana sera diferente del de ayer.

Poco a poco nos unimos cada vez más personas, hasta lograr ver juntas la continuidad del camino y salir del bosque. Cuanto más nos acercamos, más diferente nos parece el bosque que conocíamos, ¿es una mirada nueva, o un bosque nuevo? Da igual, lo importante es esta sensación sutil de que algo ha cambiado. 🙂