Planes de Legislatura ¿un listado de proyectos?
Al inicio del curso político tuvimos la suerte y la oportunidad de acompañar a dos ayuntamientos en la elaboración de sus planes de legislatura. Ambas experiencias, así como otras anteriores, nos han animado a escribir unas pocas líneas de los aprendizajes obtenidos, a fin de que quizás puedan servir a quién interese.
Y para ello, debemos comenzar este texto con una pregunta: ¿qué es un plan de legislatura? En un primer momento, la respuesta a esta pregunta puede parecer obvia, e incluso la pregunta puede parecer absurda. Pero a nuestro entender es importante definir el alcance y la naturaleza de lo que podría ser un plan de legislatura.
Muy probablemente la respuesta más extendida a esta pregunta sea que los planes de legislatura son una especie de contrato que los nuevos equipos de gobierno adquieren con la ciudadanía. Un listado de obligaciones que determinan qué es lo que se va a realizar en los próximos cuatro años y a qué sí se compromete el equipo de gobierno. Y en cierta manera estamos de acuerdo con esa posible definición, pero por sí sola nos resulta insuficiente. Desde nuestro punto de vista, la naturaleza de un plan de legislatura ha de responder a los siguientes tres ámbitos de alcance:
Imaginario de transformación
Un plan de legislatura tiene que ser capaz de imaginar y definir cuál es el cambio que se quiere producir en los próximos 4 o siguientes años. Y no hablamos de los proyectos que se van a ejecutar – que también -, y ni siquiera sólo de los retos que tenemos como sociedad – que también -. Hablamos de algo mucho más difícil de explicar, y mucho más difícil de tangibilizar. Hablamos de algo que tiene que ver con la identidad del lugar o con el ideario de identidad que se pretende forjar. Algo que vincula, algo que une, y algo que motiva y empuja a la transformación. Algo que responde a las preguntas de quién soy y quién quiero llegar a ser.
Sin duda, esto no es nada fácil. Requiere adentrarse y rebuscar en nuestro profundo sentimiento comunitario e identitario, para así poder construir el imaginario que nos ambicionará y nos movilizará a la transformación. Y tampoco tiene porqué limitarse a un plan de legislatura, sino que por su carácter convendría ampliarlo a la ciudadanía. Pero un plan de legislatura sí que puede establecer las bases para ese proceso de transformación.
Definición de objetivos
El peligro que siempre se encuentra en la gestión de una institución es que se caiga en la inercia. Cuando una persona llega a adquirir responsabilidades de gestión la velocidad y la cantidad de asuntos a gestionar resulta abrumadora. La propia maquinaria de la institución puede llegar a absorber la totalidad de las energías de estas personas. En este sentido, un plan de legislatura ha de ser el instrumento que nos permite levantar la cabeza de esa vorágine, y nos ayuda a mirar lejos. Aunque en muchos casos parezca imposible, siempre se encuentra un poco de tiempo de calidad y de tranquilidad, para reflexionar, cuestionar, imaginar y construir el futuro.
Por eso, un plan de legislatura tiene que servir para desde la identificación de retos concretos (cambio climático, cambios sociodemográficos, euskara, educación, etc.) definir un máximo de 5 objetivos medibles y realizables, para después poder identificar los proyectos innovadores que nos ayudarán a alcanzar esos objetivos. Y aquí quisiéramos resaltar la importancia de definir objetivos medibles y realizables – por ejemplo, incrementar el uso de euskera en un 3 % en 4 años -. Porque quizás estamos demasiado acostumbrados y acostumbradas a identificar un listado de proyectos como el grueso de un plan de legislatura. Hemos entendido que la obligación que adquiere un equipo de gobierno con la ciudadanía se concentra en los proyectos. Pero en este tiempo de incertidumbre que vivimos quizás un proyecto pueda llegar a convertirse en obsoleto o ineficaz a mitad de legislatura. Por eso, desde nuestro punto de vista, tan importante es el compromiso adquirido con los proyectos, como el compromiso que un equipo de gobierno adquiere con los objetivos, porque esta posibilidad nos permite cambiar los proyectos si estos ya no resultan útiles para alcanzar esos objetivos.
Necesidades de la ciudadanía
Un plan de legislatura siempre tiene que moverse entre dos aguas. Tiene que ser capaz de incorporar una visión transformadora, pero tiene que ser capaz también de responder a las necesidades del día a día de la ciudadanía. Si las calles no se encuentran limpias, o si requieren de mantenimiento, de nada servirá la visión transformadora, porque la ciudadanía no se va a adherir a ella. Así mismo, responder al día a día sin visión transformadora, aboca a la inercia y al desencanto en el tiempo.
El plan de legislatura, como una forma de hacer
Los planes de legislatura, más que un listado de proyectos, deberían de incorporar una forma de hacer diferente, que se ajuste a los tiempos que vivimos de complejidad, incertidumbre y cambios permanentes. Los procesos de elaboración de los planes de legislatura deberían de darnos la oportunidad de articular al interior de la institución espacios de co-creación técnico – políticos que nos ayuden a observar la realidad desde espacios diferentes, quizás espacios que antes desconocíamos. Y para ello, necesitamos parar un momento la vorágine de la institución, conectar a las personas en sus propósitos, a los y las responsables institucionales tanto técnicas como políticas, y generar nuevas formas de presencia e imaginación de las realidades emergentes, y de proyectos innovadores que sean capaces de dar respuesta a la complejidad de los retos.
Los planes de legislatura no deberían de ser el listado ya identificado de los departamentos de la institución. Y aquí convendría diferenciar lo que es un plan del departamento a un plan de legislatura presentada ante la ciudadanía. De ahí la importancia de determinar la naturaleza y alcance de los planes de legislatura. Si bien los planes de legislatura pueden contener proyectos ya identificados de diferentes departamentos, deberían de responder al alcance que antes ha sido señalado, al cambio que se quiere producir. Y para ello, es importante que los planes de legislatura incorporen una mirada mucho más sistémica y transversal que la que suelen tener las instituciones habitualmente.
Es por todo ello, por lo que tan importante es el proceso de elaboración de los planes de legislatura como la articulación de un buen modelo organización dentro de la institución que permita la evaluación transversal e interdepartamental de los planes, así como la reconsideración de sus proyectos. En definitiva, se trata de articular un sistema que funcione en espiral, de creación, desarrollo, reflexión y aprendizaje, y de nuevo a la creación.
Por último, conviene señalar que los planes de legislatura se tendrán que complementar con otros procesos desarrollados de participación ciudadana. Así mismo, deberían de ser capaces de articular un modelo de gobernanza que sea capaz de responder al reto del cambio que se quiere producir, pero este último tema lo dejaremos para el análisis en otro artículo.